jueves, 29 de octubre de 2009

ELENA

A Elena y Dolores con mi corazón y cariño.

Cuando llegué a la habitación procedente de la sala de observación, me sentí gratamente sorprendida al ver que ésta era sólo de dos camas, ya que las demás tenían tres y hasta cuatro.
Con un rápido vistazo recorrí la estancia, y vi que en la cama paralela a la mía, había una persona acostada. Más allá, sentada en un sillón estaba su acompañante, que me miraba con expresión anhelante y bondadosa, mientras contestaba a mi saludo.

Tras tomar una deseada ducha, entablamos la consabida conversación de hospital: qué nos ocurría, qué tiempo hacía que habíamos ingresado, de que pueblo éramos…
Supe por Dolores, la acompañante de la paciente, que hacia un mes que estaban esperando a que Elena fuese intervenida.
Yo iba de sorpresa en sorpresa, pues supe que las dos eran naturales del pueblo de mis padres, y al que me siento especialmente vinculada: Pruna, un bonito pueblo de la provincia de Sevilla.

Al rato de agradable conversación, la paciente se incorporó en la cama, y pude verla.
Era una señora de unos sesenta y cinco años; una personita menuda y tierna.
Me acerqué a ella para presentarme diciendo: “Hola, soy Ana, y usted, ¿cómo se llama?”
Con una vocecita tímida, una forzada sonrisa, y una actitud algo desconfiada, no sin antes mirar a su hermana como pidiéndole permiso, contestó escuetamente:”Elena”.
¡Qué criatura más encantadora!

Elena posee una sensibilidad especial, y la inocencia de una niña de cinco o seis años.

Comencé a contarle que conocía su pueblo, quienes eran mis familiares, que iba cada año a visitar a la Patrona, y mil cosas más.

Poco a poco fui descubriendo cómo era, y lo necesario que era para ella sentirse protegida.
Mientras yo hablaba, me miraba con actitud reservada; era lógico, no me conocía, pero a medida que los días fueron pasando, se iba acostumbrando a mi; lógico también, pues convivimos más de un mes y medio las tres en una habitación.

Llegó un momento en que recurría a mí para ciertas cosas que a continuación explico.

Aún no había descubierto el mundo de la escritura y de los colores, así que en uno de los permisos de fin de semana que se me concedían, se me ocurrió llevarle material escolar.

-“Elena, me voy hasta el domingo por la tarde”- le dije. Se quedó muy seria mirándome fijamente, pero creía que era una de mis bromas, sólo cuando me vio vestida con la ropa de calle, y le daba un beso, se dio verdadera cuenta de que hablaba en serio, y rompió a llorar.
La consolé como se consuela a una niña, diciéndole:”- No llores, que cuando vuelva, te voy a traer un regalito”.
Pero ni eso le sirvió. Sus grandes ojos se llenaron de lágrimas, que ella secaba con un pañuelo de papel.

Cuando regresé, la encontré sentada en el sillón, con las manos recogidas descansando en el regazo, la cabeza abatida, y una expresión de infinita tristeza en los ojos. De vez en cuando levantaba la vista y miraba a la ventana. Era la única distracción que teníamos, (a parte del televisor) mirar a través de la ventana a los pajarillos que se posaban en el tejado, los cuales acudían, para comer las migas de pan que les echábamos a lo largo del día. Nos divertía ver cómo se disputaban la comida entre ellos, y nos hacían reír cuando abrían sus alas para espantar a los otros, diciendo con ello:”esta miga me pertenece” así se entendía que los gorriones estuviesen regordetes y bien alimentados.

Irrumpí en la habitación haciendo todo el ruido que se puede hacer en un hospital, que es poco. Al verme, su cara cambió completamente; una gran sonrisa la iluminó, y dejó entrever sus encías carentes de dientes, y su mirada adquirió un brillo especial, achicándose sus ojos a causa de la alegría. Se abrazó a mi llorando como una niña perdida que ha encontrado a un ser querido, a la par que yo la apretaba contra mi y le decía: -“Ya estoy aquí”.
Con su voz suave y tímida, me dijo: -“Anda que no has “tardao ná”, ya no te irás otra vez, ¿no?”.
A lo que le contesté: “-No te preocupes, que aunque me den permiso, todavía faltan muchos días, mira lo que te he traído”.
La cogí de una mano, y la hice sentar junto a mi en la cama.

Había que ver con la expectación y el entusiasmo con que aguardaba a que yo le mostrase el contenido de la bolsa que llevaba, y la que no había parado de mirar desde que llegué.
Con la impaciencia de una niña que espera ver los juguetes que le han traído los Reyes Magos, ella observaba atenta (sin tocar nada) el contenido de la bolsa, que volqué sobre la cama.
-“¡Mira Elena, cuántas cosas!”
Dolores, su hermana, nos miraba y reía divertida al ver cómo yo le explicaba para qué servía cada una.

¡Qué buena es Dolores! Permaneció cuidando a su hermana todo el tiempo que estuvo ingresada, que fueron casi cuatro meses, y sigue haciéndolo, pues está bajo su tutela. Gracias a ella, a mi no se me hizo demasiado pesado el mes y medio de reclusión. La quiero mucho.

Cuando Elena vio los cuadernos de caligrafías, libros para colorear, lápices de colores, goma de borrar, y sacapuntas, que esparcí sobre la sábana, sólo acertó a decir:-“¿Todo esto es para mi? ¿Por qué has comprado tantas cosas?”.

Desde ese momento, había que decirle que parase de “estudiar”, como ella llamaba a colorear. Estaba deseando que fuese de día, desayunar y ducharse, para ponerse a “estudiar”.
Cuando la enfermera venía a tomarle la tensión y la prueba de azúcar, dejaba el lápiz por un momento, y enseguida continuaba con su tarea. Se sentaba en mitad de la cama con los pies colgando, yo le acercaba la mesita, la abría, y así pasaba toda la mañana hasta que llegaba el almuerzo, luego, había que obligarla a dormir la siesta. Ella hacía como que dormía, y de vez en cuando preguntaba:”- ¿me levanto ya?”.
Dolores decidía; a veces decía que no, a lo que ella se volvía para el otro lado y se tapaba con la sábana, a la espera de que se le diera permiso.

La enseñé cómo tenía que coger el lápiz para hacer las letras que estaban punteadas, el nombre de los colores, a sacar mina a los lápices, a borrar lo que hiciera mal, y hasta conseguí que conociese algunas vocales. También aprendió a copiar su nombre . Disfrutaba “estudiando”.
La noticia corrió como la pólvora por la planta: “¡Elena estaba escribiendo y coloreando!”
Las enfermeras iban a ver sus trabajos, colmándola de elogios, y le regalaban cuadernos de caligrafías.
Hasta el cardiólogo de la planta le obsequió una carpeta para que guardase los materiales, a la cual había puesto una etiqueta con su nombre. Continuamente me preguntaba todo:-¿Puedo pintar de este color?”
“-¿Hago los puntitos de esta letra?”
“- Ana, me he salido del dibujo ¿lo borro?”
Éstas y mil preguntas más eran las que a diario me hacía, y yo con cariño y paciencia le explicaba. Pero un día Elena tuvo que marcharse a otro hospital donde la intervendrían, pues las operaciones que necesitábamos, no las realizan en el que estábamos.
Nos dio mucha pena separarnos, pero siempre nos quedaba la esperanza de que acaso nos veríamos allí, cosa que Dolores y yo dudábamos, pues por el orden que ocupaba en la lista, en teoría, cuando a mi me llamasen, ella ya estaría en casa.
Pero no fue así, Elena tuvo algunas complicaciones, y su intervención hubo de ser pospuesta varias veces, de modo que cuando yo llegué, ya estaba en la unidad de cuidados intensivos.
Enseguida Dolores fue a visitarme y me lo comunicó.
Al día siguiente, me puse mi ropa de calle, y bajé a verla; tenía unas ganas tremendas de darle un beso.
Cuando entré en la sala y me vio, no podía creer que yo estuviese allí, se puso muy nerviosa, y como no queríamos arriesgarnos a que le subiese la tensión, ya que podía ser peligroso, tuve que salir. Dolores me iba informando de su evolución, pues mientras llegaba la hora de bajar a verla, me acompañaba.

El día que subieron a Elena a planta, la llevaron al otro ala, y yo utilicé la amistad que había entablado con el personal sanitario, para que la llevasen a mi habitación, cosa que sucedió al quedarse libre una cama, con lo cual volvíamos a estar juntas. Se puso muy contenta al ver que yo estaba también allí, eso la tranquilizaba y le daba confianza, se sentía más protegida.
Ya se encontraba mucho mejor, la verdad es que fue una paciente estupenda, pocas veces se la oía quejarse, incluso cuando le dio la bajada tan fuerte de azúcar.

Al no haber sido yo intervenida aún, me pude ocupar de cuidarla para que Dolores pudiese ir a descansar por las noches a casa de un familiar que vivía cerca del hospital.¡Pobre Dolores! tenía las piernas hinchadas, y aún no se había curado del resfriado tan fuerte que contrajo en la anterior clínica.

Aún cuando fui operada, y me encontraba dolorida, podía ocuparme de ella, aunque no como antes, pero con la ayuda de mi hermana, o el familiar de turno que estuviese conmigo, se encontraba suficientemente atendida y acompañada.

Ahora Elena ya no quería “estudiar”, a pesar de que se encontraba bien. A veces le preguntaba si le apetecía colorear, y no mostraba interés alguno, contestando con un tímido y escueto “No”.

Por fin, y después de varios intentos fallidos, a consecuencia de su diabetes, a mi “pequeña”le dieron el alta definitiva.
Se vistió con su ropa de calle, no de muy buena gana; tengo que decir que no le entusiasmaba la idea de abandonar el hospital, donde era el centro de atención del personal sanitario y demás visitantes, que la mimábamos continuamente. Albergaba la esperanza de que antes de marcharse al pueblo, la llevarían a visitar la ciudad, la sola idea de que no fuese así la contrariaba bastante, incluso en una ocasión la enfureció, y llorando me dijo que no se quería ir sin ver Sevilla. Yo le contesté que ya la vería en otra ocasión, que no estaba allí haciendo turismo.

Hace unas semanas hemos estado en Pruna, esta vez con doble cometido: visitar a la Patrona y a Elena y Dolores.
Entré por sorpresa en la casa; la expresión de su cara, era todo un poema mezcla de incredulidad y alegría. Nos abrazamos hasta cansarnos. De vez en cuando, me miraba y exclamaba un tímido“¡Oh!”, como si ello le ayudase a creer que yo estaba allí.

Cuando llegó la hora de marcharnos y despedirnos, mi pequeña amiga se quedó muy triste, igual que yo, pero estoy pensando que la próxima vez que tengamos que volver, no dejaremos pasar un año, iremos antes, y le pediré a Dolores que permita a Elena venir a conocer Sevilla.
Si, eso haré, sería una gran sorpresa para ella.

martes, 15 de septiembre de 2009

LA NIÑA DEL VENTANAL


Delante del ventanal
estaba la triste niña
viendo la lluvia caer;
de sus ojos a la vez
la lluvia también caía.

¿Porqué llorará la niña
con tamaño desespero?
-En mil pedazos se ha roto
el amor que a su vida
llevaba algún consuelo.

De vez en cuando la niña
la mirada levantaba
y miraba hacia las nubes
tan negras como su alma.

Se preguntaba porqué
cuando el agua descargaban
azul el cielo tornaba,
y cuando lloraba ella,
más tristeza y amargura
a su corazón llegaban.

-Quítate del ventanal
hermosa y pálida niña,
que la tarde está muy fría
y te puedes enfermar.
-Estoy mirando a la calle
a ver si quiere el azar
que mi amor por ella pase.
Si me enfermo, no me importa,
si me enfrío, qué más da…!
¿Para qué quiero la vida
si con él no puedo estar?

La primavera llegó
de verde a teñir el campo
y el ventanal no se abre,
¿Qué le pasará a la niña
que no se asoma a la calle?

viernes, 4 de septiembre de 2009

OTRO ASESINATO


Esta vez le ha tocado a una mujer llamada Isabel Sánchez.
Otro asesinato de otra mujer, otro asesino que irá a la cárcel, y que dentro de pocos años estará en la calle vivo y libre, ¿pero, qué son unos años comparados con el gustazo que se ha dado al MATAR a su compañera?

Asesinar sale barato. ¡QUÉ ESPANTO!
Cuando oímos que en algunos países se matan a las niñas al nacer, o se venden, nos horrorizamos.

Ya al menos en la actualidad se da a conocer el nombre del asesino, hace unos años cuando yo pertenecía a la plataforma para la defensa de las mujeres, ni eso era posible, sólo se hacían públicas las iniciales, aún se preservaba la identidad del criminal; increíble.

Es imprescindible y necesario educar a nuestros hijos en la igualdad, poner todo nuestro empeño en que compartan las tareas de la casa, juegos, que se acostumbren ir a la compra, y sobre todo a que vean a las niñas de hoy que serán las madres y esposas de mañana, como PERSONAS, no como las esclavas y criadas que muchos ANIMALES, (por que no se les puede llamar hombres) las ven.

Desde que el mundo es mundo, a los hombres se les ha educado y acostumbrado a ser servidos por las mujeres, nadie se había dado cuenta de que también tienen dos brazos, y manos que les podían servir para bañar a los niños, poner la mesa, tender la ropa, poner la lavadora…
El hombre ha sido siempre venerado por nuestras abuelas, por nuestras madres y por todas nuestras antepasadas generaciones femeninas, y he aquí el resultado.
Algunos de ellos con dar unas pocas voces, echarse mano al “paquete” y escupir, se creen los amos del mundo y de sus parejas.
No conciben que la mujer tiene vida propia, que muchas tienen su trabajo, que aunque no justamente remunerado como el suyo, (ésa es otra de las cosas que alimenta el machismo) puede subsistir sin depender del todopoderoso MACHO, y que si colaboran en las tareas del hogar, dejarán de serlo.

Cuando la pareja le demanda ayuda, cuando la mujer deja de ser la sumisa esclava que se ha cansado de soportar vejaciones, malos modos y se revela, el maltratador pone en marcha el plan “A”, que es el maltrato psicológico, que consiste en destruir la autoestima que la mujer pueda tener. Empieza así una destructiva y agotadora lucha en la mente de la mujer, que acaba por derrumbarla, y si sobrevive a ello, recurrirá al plan “B”, que es el maltrato físico, y si éste no funciona, ya no queda más remedio que matarla, “a ver si se va a creer ésta que es alguien” “eres mi mujer y tienes que hacer lo que yo diga”.

Y yo con toda la rabia y furia del mundo, les pregunto a esos ANIMALES: ¿quienes os creéis que sois, dioses?
No sois más que seres humanos, personas iguales que nosotras; eso si, con instintos asesinos peores que las alimañas, pero PERSONAS.

Por eso no me extraña cuando en las noticias oigo alguna vez perdida en el tiempo, que una mujer ha matado a su compañero.




martes, 1 de septiembre de 2009

ANOREXIA

Días pasados, buscando imágenes para ilustrar una entrada para uno de mis blogs, por casualidad encontré uno que hablaba de la pasarela Cibeles. Decía que los directivos o responsables de la misma, habían tenido que rechazar a una modelo, por que no cumplía con el canon de peso establecido para poder desfilar; no llegaba al peso reglamentado.
La modelo era un esqueleto viviente, daba grima sólo verla.
Quise poner un comentario en el blog expresando mi opinión sobre el tema, y tres veces que lo puse, no lo vi publicado. Pensé que tardaría en aparecer, y lo volví a mirar al día siguiente, encontrándome con el mismo resultado: mi comentario no apareció, a pesar de que había gran número de ellos de niñas que sufrían anorexia.
No me extraña que no fuese publicado, pues volqué toda la furia que siento hacia el tema en él. Más o menos decía así:

“Ahora los señores responsables de la pasarela Cibeles se ven obligados a “enmendar la plana”, rechazando a las modelos que no llegan al peso adecuado. En mi opinión, los CULPABLES de esta situación, son quienes mueven los hilos del mundo de la moda.
Los modistos y diseñadores, junto con los inventores de la muñeca Barbie, son los responsables de que tantas y tantos adolescentes padezcan esa nueva enfermedad que antes no existía llamada ANOREXIA.
Introducen en los hogares ¿inconscientemente? el sufrimiento y la desgracia, con su afán inexplicable de exigir esa extrema delgadez a las modelos, que con esos pechos inexistentes y ese cuerpo esquelético, da pena verlas.

Cuando veo un desfile de moda, y observo a esas modelos, cómo andan, que casi se hacen un nudo con las piernas al andar, o cuando abro una revista muy conocida de costura y moda, veo a esas mujeres a las que sólo se les ve cabeza, mi indignación no tiene límites.

Los fabricantes engañan a todo el mundo con las tallas. Ves en la etiqueta “talla 42”, cuando en realidad corresponde a la 38. La verdad es que no se que se persigue con todo ello.
La anorexia no es cosa que se deba tomar a la ligera, es un martirio para quienes la padecen, y para esas madres que ven cómo sus hijas-os se van apagando sin razón aparente, sólo para lucir el cuerpo de las modelos.
Así, que, señores de la Cibeles, demasiado tarde han puesto límites en el peso, y más tendrían que poner.”
Ese venía a ser mi comentario, y por lo visto la criba por donde pasaran todos, no lo aprobó, cosa que me enfureció más aún.

sábado, 29 de agosto de 2009

¿QUIÉN ES LA PERSONA QUE HA GANADO EL PREMIO NOBEL POR DOS CISCIPLINAS DIFERENTES?

La única persona que ha ganado el PREMIO NOBEL por dos disciplinas diferentes,
¿Sabes quién es?

Fue MARIE SLODWSKA CURIE.
Nació en Varsovia ( Polonia) en 1876, y murió en 1934.
En 1903 ganó el PREMIO NOBEL de FÍSICA, que compartió con su esposo, Pierre Curie, por el descubrimiento y el trabajo pionero en el campo de la radioactividad y los fenómenos de la radiación.
En 1911 vuelve a recibir el PREMIO NOBEL de QUÍMICA, por el descubrimiento de los elementos radio y polonio, y por el aislamiento de éste último.









¿QUIÉN REALIZÓ LA PRIMERA PELÍCULA CON ARGUMENTO en la historia del cine?

Su nombre es Alice Guy-Blanche, nació en 1873, y murió en 1968.
A los 23 años imaginó y realizó la primera película de argumento en la historia del cine.

Ella trabajaba para un comerciante francés que distribuía proyectores de cine, y se dio cuenta que el futuro de ese nuevo medio de comunicación no estaba en las tomas documentales, sino en el argumento.
Su primera película fue “Fée aux choux”, a la que siguieron otras.
Hizo trabajar como actores a sus familiares y amigos, y en alguna ocasión actuó ella misma. Fue a raíz del éxito que tuvuieron, que otros productores empezaron a realizar nuevas películas argumentales.






jueves, 27 de agosto de 2009

EN DEFENSA DE NOSOTRAS, LAS MUJERES

Con su entrada “NO MÁS LAPIDACIONES”, mi amiga María Jesús me ha dado una idea: continuar peleando ahora también por Internet; una vez más emprenderé otra cruzada (la misma que no he abandonado y que emprendí hace años) en defensa de nosotras, las MUJERES.
Empezaré por datos que nos recordarán,- porque lo sabemos- que no todos los grandes nombres de la Historia fueron de hombres; yo me sorprendí mucho cuando lo supe.
Serán pequeñas reseñas, no profundizaré mucho en ellos; se trata de que se nos quede el dato, y no es cuestión de relatar la historia completa en este pequeño apartado.
También iré subiendo documentos que conservo, y diferentes artículos que he escrito durante los años de mi permanencia en una plataforma en defensa de la mujer.
Los datos (que no los artículos) los he tomado de la revista Meridiana, del Instituto Andaluz de la Mujer, y de una agenda que se publicó.

TODOS LOS FARAONES DEL ANTIGUO EGIPTO
¿FUERON HOMBRES? ¡NO!
Se conoce a una faraona, HATSHEPSUT ( 1490-1468 A. C.) hija del faraón egipcio Tuthmosis I quien ciñó sobre su cabeza la doble corona: la blanca, emblema del Alto Egipto, y la roja emblema del Bajo Egipto.
Su reinado de más de veinte años, se caracterizó por ser pacífico y evitar las guerras, con lo que se logró una gran prosperidad en todo su reino, realizando grandes obras públicas. En el plano comercial, fue una gran negociante. Descubrió el país de Punt en una gran expedición que ella organizó, y en la que muchos no confiaban. De allí trajeron numerosas especias y tejidos hermosos. Construyó un templo para su descanso eterno, que fue alabado por muchos y en la actualidad aún existe. Fue una mujer de gran inteligencia. Finalmente fue asesinada por el hijo de su hermano para conseguir el trono que ella ocupaba.

sábado, 15 de agosto de 2009

QUERIDAS PALABRAS


Humildes palabras mías
que para expresarme
escrito he.

Palabras prudentes, simples
que impresas
quedado habéis.

Sin pretensiones,
sencillas
el noble papel
mancháis.

Con vuestra presencia,
sólo,
mis sentimientos
expresáis.

Al saberos tan sumisas,
compasión
en mi corazón
despertáis.

Combinadas;
nombres, adverbios,
sentido a mi vida
dais.

Me consoláis de la angustia,
gran compañía
me hacéis
y mi alma descargáis.

Inocentes, indefensas,
ilustres, nobles, valiosas,
a través de los siglos
leales permanecéis.

Importantes, esenciales,
eminentes, eruditas,
imprescindibles, cruciales,
con modestia y servidumbre,
sabiduría creáis.

Palabras cultas, vitales,
culminantes, abnegadas:
sabed, queridas palabras mías
que mi cariño tenéis.

lunes, 10 de agosto de 2009

GRACIAS POR REGALARME UN SUEÑO.


Desde que te fuiste, he pedido y rogado tantas veces con toda mi alma, a Dios y a ti, poder sentirte, saber que estás ahí…Ya que llegar a verte, es imposible, al menos para mí.

Abrí la escalera plegable para acceder a la planta que estaba sobre un mueble alto, que había en el salón; mi propósito era quitarle las amarillentas hojas muertas que tenía y echarle un poco de agua.

En ello me encontraba, cuando noté cómo alrededor de mi cintura piernas y pies, unas manos sujetaban fuertemente esas partes de mi cuerpo.

Me extrañó bastante, pues me encontraba sola en la casa. No puse demasiada atención, pensé que serían imaginaciones mías, y seguí con mi tarea.

De repente, sentí cómo una mano se aferraba a mi pie derecho, agarrándolo con firmeza a la altura del tobillo, fijándolo al peldaño de la escalera.

Esta vez, si me extrañó, y giré la cabeza hacia atrás para comprobar quien me sujetaba. Mi sorpresa fue mayúscula, cuando vi que no había absolutamente nadie, pero yo seguía sintiendo la presión de las manos en mi cintura, piernas y pies.

Decidí dejar de quitar hojas a la planta, y bajar de la escalera, para mirar por toda la casa, a ver si descubría algo o alguien.

Al comenzar a descender, de nuevo noté las manos; ésta vez me cogían de la cintura y de un brazo, ayudándome, así, a bajar.

Suavemente, me condujeron a un sillón que había en un rincón del salón de la casa, mientras, yo preguntaba en voz alta, repetidamente y con cierta desesperación: “¡Quien eres, quien eres!
Comencé a nombrar a familiares y amigos ya desaparecidos, y tras cada nombre que pronunciaba, las manos cogían delicadamente mi cara, haciéndola girar de izquierda a derecha, en sentido de negación.

En una pared, junto al sillón, colgada de un clavo, pendía una foto, y una vez que las manos me dejaron acomodada blandamente en él, cogieron nuevamente mi cara, esta vez por la barbilla, y me la hicieron volver hacia la pared, donde estaba la foto. Al mirarla, supe a quien pertenecían aquellas suaves, cálidas y agradables manos.

Se apoderó de mí una sensación difícil de describir; sentí una enorme explosión de alegría, paz, satisfacción y ganas de llorar, que estremeció mi alma, dándome la impresión de estar flotando en una nube.

Abrí los ojos de repente, para comprobar que estaba en la cama, y no-como yo hubiera deseado- sentada en el sillón del salón.
Me entristecí al ver que, efectivamente, permanecía acostada; lo había soñado.

Ya no quise volver a conciliar el sueño, para poder pensar y repasar en mi mente lo que había sentido. Quería comprobar si en verdad había sucedido todo.
Había sido un maravilloso sueño, del que no me hubiese importado no despertar.

Pero me quedaron la alegría y la paz que esas queridas manos me transmitieron; fue todo tan grato y real…

A la memoria de mi queridísimo hermano al que siempre llevo dentro de mí.
Gracias por regalarme este maravilloso sueño.
Dos de diciembre de dos mil ocho.

martes, 30 de junio de 2009

FORTALEZA Y TRIUNFO



…Y heme aquí, yaciendo en una camilla
cualquiera de hospital; en un largo pasillo
que conduce a un frío quirófano,
que es antesala de la incertidumbre
y del temor a la muerte;
sola, haciendo frente a tantos miedos.

La mente, el pensamiento,
cabalgan totalmente desbocados,
y el autocontrol, que hasta ahora
fue mi inseparable compañero,
mantiene una titánica lucha
con el subconsciente, ante el cual
se resiste a deponer sus armas.

La entereza que yo creía fiel amiga,
intenta desertar de mi batalla.
La sonriente máscara que he llevado puesta
para infundir ánimo a quienes les importo,
cae, se desploma, haciéndose añicos
contra el frío suelo de ese tétrico
y oscuro pasillo, que a pesar de estar
perfectamente iluminado,
a mi se me antoja como boca de lobo.

Y allí estoy, sintiendo cómo
mis piernas sin yo ordenárselo,
se mueven convulsivamente,
y por más que les pido que paren
hacen caso omiso a mis súplicas.

El pánico arremete de nuevo:
quiere hacerse con mis brazos,
con mis manos, con mi cuerpo:
quiere poseerme, engullirme;
sus ataques son cada vez
más despiadados, al ver que no lo consigue.

Mientras oigo al equipo de cirujanos
cambiar impresiones,
el ruido frío y macabro
que produce el instrumental al ser ordenado
para rasgar y serrar mi cuerpo,
penetra hasta lo más hondo de mi ser.

Y la última vez, una vez más,
respiro profundamente,
Bebo mis lágrimas, rezo un Padre Nuestro,
y les pido una vez más, la última vez,
a mi madre y a mi querido hermano,
que ellos que están con El que Todo lo Puede,
le pidan que no me lleve todavía,
que aún tengo mucho por hacer aquí.

Que me quedan por conocer a esos
nietos que un día tendré,
que me queda mucho por escribir,
mucho por agradecer, por dar,
que me quedan muchos amigos por descubrir,
que tengo que seguir queriendo a los que ya tengo;
que me queda mucho por vivir.

Busco pensamientos, recuerdos
agradables y alegres,
respiro profundamente, e intento relajarme,
centro toda mi energía en repetirme una y otra vez
que todo va a salir bien, que cuando me reponga ,
retomaré los proyectos que he dejado aparcados,
que haré realidad los inquietudes que siento.

Una larga aguja penetró en mi mano derecha,
produciendo un enorme dolor,
que yo ni por un momento exterioricé,
-para qué, quejarme no iba a ayudar-
al tiempo que una mascarilla
cubren mi nariz y mi boca,
oigo una voz que dice:
“Ana respira hondo, en seguida te dormirás”.
Pero el sueño no llegaba,
con lo cual, la tortura fue aún más larga.

Desde mi lecho, observo cómo
batas, mascarillas y gorros verdes,
se inclinan sobre mi,
que despojada de toda prenda,
yacía en una camilla cualquiera
de un quirófano de un hospital.

Mientras veía cómo me conectaban
a toda clase de aparatos,
llegó el sueño, al que recibí impaciente,
rogándole que me devolviera a la vida,
que en el fondo, estaba segura
de que no me abandonaría.

lunes, 29 de junio de 2009

POEMA SUELTO

Mocita morena
que vas a la fuente,
¿me quieres decir
por qué de ella
siempre bebes?
-Yo bebo en la fuente
ya que de mi amor
beber yo no puedo,
y bebo en la fuente
por que su agua fresca
apaga mi fuego.

domingo, 28 de junio de 2009

A LA ROSA



A ti, la más bella flor
que retas a la belleza
presumiendo de tu hermosura,
vestida con tu taje
de perlas nuevas
que el rocío te regala
con el alba.

A ti, que altiva y orgullosa
saludas al sol cada mañana,
alardeando de haber hablado
con la luna.

A ti, flor misteriosa,
que hechizas a quien te mira,
y de quien dicen en la India
que la diosa del Amor
y de la belleza
te deben la vida.

A ti, que sobre tus efímeros pétalos
la grandiosa Cleopatra
reposaba su cabeza.

A ti, máximo ornamento
del Sagrado y Majestuoso Dosel
de la Madre de Dios.

A ti, pasiva y exuberante
fuente de inagotable inspiración,
cómplice de amoríos
y encantamientos.

A ti, aliada de poetas,
inventora del romanticismo,
camarada omnipresente
en solemnes ceremonias.

A ti, porque eres símbolo
de paz, amor,
sinceridad, amistad,
gentileza y perfección.

A ti, exquisita creación
de la Naturaleza,
eclosión de perfume, color
y de elegancia serena.

A ti, reina de las flores,
de todas la más hermosa,
a ti dediqué hoy mi pensamiento
y nació este poema.

jueves, 25 de junio de 2009

AMAR

Morir en vida es amar,
sentir cómo se desgajan
tu cuerpo y tu alma,
sentir cómo poco a poco
se muere tu mente,
cómo tu voluntad
te abandona;

cómo sin advertirlo,
te conviertes en un ser inerte.

De estos momentos amargos,
sin pensar,
nacen los versos más tristes
cargados de sentimiento,
de profundidad obscura,
de veneno, sangre y muerte.

martes, 23 de junio de 2009

DANZA DE AMOR Y DOLOR

Que se consume por dentro
esa serrana que baila
que se consume por dentro
por que se le muere el alma.

Y cuando mueve los dedos
se le figuran espadas,
y serpentea los brazos,
porque se la come el ansia.

Contonea las caderas,
Porque la roe la rabia;
y el coraje alas pone
a sus pies de mujer brava.

Y mientras que con ternura
va dibujando la danza,
a la vez que zapatea
va describiendo una zambra.

Y a la par que va danzando,
el fuego que hay en su cuerpo
va derritiendo la escarcha,
que como perlas resbalan
por sus mejillas rosadas.

Con sus ojos de aceituna
va buscando una mirada,
y da vueltas y más vueltas,
busca, pero no la halla,
y no tiene para sí
a su amor que en el pecho guarda.

¡Qué dolor hay en su alma!
¡Qué insalvables las murallas!
¡Qué pena en su corazón!
¡Qué tristeza en su mirada!

Que se consume por dentro
esa serrana que baila;
que se consume por dentro,
porque se le muere el alma.


VERSOS A DON DIEGO RIVERA







Describir se me antoja
a Diego Rivera
singular personaje
de tez morena.
De un color gris oscuro,
con su eterna mascota
su blanco cabello cubre,
y su figura “toca”.

A mitad de la frente,
don Diego el sombrero cala;
es una frente amplia
que da paso a la cara.

Donde habitan arrugas,
en su faz alargada,
de expresión semidulce,
con pulcritud rasurada.

Como adorno las cejas
medianamente pobladas,
compañía de unos pliegues;
levemente arqueadas.

En redondez acaba
su nariz respetable,
aunque no desentona
el conjunto al mirarle.

Sus ojos gris ceniza
por el tiempo embebidos,
objeto de miradas,
¡Qué no habrán conocido!

Boca bien dibujada
y de muy finos trazos,
el mentón suave muestra,
un poco alargado.

Al hablar enseña
parejos dientes largos,
que con el tiempo, ya ,
ha teñido el tabaco.

Sendas orejas a don Diego
el rostro adornan,
más aunque no pequeñas,
no sirven de sorna.

En un traje enfundado
siempre su cuerpo;
de complexión ancha,
ni gordo, ni seco.

Sus alargadas manos
portan una cartera,
que ya bastante ajada,
es su eterna compañera.

Con asas y de cuero,
casi como él de vieja,
dos hebillas por fuera
la tapa cierran.

De andar algo cansino
don Diego camina
casi erguido aún,
con gallardía.

Taciturno y esquivo
dirige sus pasos
por las calles del barrio,
hacia el mercado.

Ora el pescado merca,
ora la carne observa,
luego compra verdura
que guarda en la maleta
con el pan y la fruta.

Realizada la compra
torna en sus pasos,
más aún se detiene
a adquirir el periódico
y luego cigarros.

Sombra de bizarría,
era entonces don Diego,
militar retirado
como yo lo recuerdo.



domingo, 21 de junio de 2009

GUARDIANA DE LA VEGA


Guardiana de la Vega.


Bendita brisa que libre recorre
los campos de la Vega.

Suave y blanda,
mi cara refresca,
mi ansiedad calma
mi espíritu renueva.

Generosa benevolente,
mi cuerpo acaricia,
purifica mi alma,
mis manos libera
y limpia mi mente.

Tierna brisa lisonjera,
a la vez que de paz me llena,
mi negro cabello enreda,
humedece mis ojos
y con mi ropa juega.

Dueña absoluta del valle,
grácil y generosa,
incansable viajera,
me muestra sus posesiones
y su compañía me presta.

Como en un lienzo sin marco,
ante mis ojos se ofrecen
extensos campos sembrados,
profusamente teñidos
de diversos tonos verdes.

Extasiada la vista recreo
en este hermoso cuadro,
que con sabiduría
la Naturaleza ha dibujado.

Las ruinas de un cortijo
refugio de campesinos
apenas en pie se tienen;
¿o quizás fuese molino?

Al fondo, majestuosa,
altiva y colosa
se yergue la sierra,
y como blancas perlas
lejanos pueblecitos lucen:
Paradas, Arahal, Carmona,
Marchena…

Mi amiga, esa que vuela,
la que con cien alas cuenta,
la que da vueltas y vueltas
con un presente me obsequia;

El olor a hierba fresca
y el aroma de la tierra.
Serena brisa coqueta,
brisa sedosa, juguetona,
como amante enamorada
con fidelidad y celo
colma de mimos y halagos
a los campos de Carmona.